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Cuatro años más tarde

Posted by mnk en 28 octubre, 2007

Hoy hace cuatro años de la muerte de Ronny Tapias. Lo asesinaron al salir de clase. Él iba a fotocopiar unos apuntes cuando un grupo de adolescentes lo confundieron con otro y lo apuñalaron.
Los que lo conocimos perdimos la oportunidad de verlo crecer.

On a dark desert highway, cool wind in my hair /
Warm smell of colitas, rising up through the air /
Up ahead in the distance, I saw a shimmering light /
My head grew heavy and my sight grew dim /
I had to stop for the night/
(Eagles)

Los hechos pasaron en un barrio tranquilo de Barcelona, a la salida de un instituto, y volvieron a cuestionar los pilares sobre los que se sustenta la sociedad catalana.

Tanto víctima como victimarios resultaron ser latinoamericanos y todo cuadró para el ansiado discurso mediático: La necesidad imperiosa de exculparnos de una muerte nos condujo rápidamente a hablar de las peligrosísimas ‘bandas juveniles’ y de la ‘problemática de la inmigración’. Se escribieron páginas y páginas hablando del ‘fenómeno de violencia juvenil’, pero pocos fueron más allá.

Muchos estudios demuestran que la agresividad es innata en el ser humano. Agresividad entendida como energía para tirar adelante, no como sinónimo de violencia. En el adolescente, a la agresividad se le añade la necesidad de definirse en el mundo adulto. Y el problema aparece cuando este mundo adulto está en crisis.

Los muchachos que mataron a Ronny eran jóvenes ‘deprivados’, como dicen los psicólogos. ‘Deprivado’ es aquél que no ha gozado de ciertas características esenciales de la vida afectiva. La función del hogar es ofrecer al niño la estabilidad que le permita tolerar y manejar sus instintos. Si no la encuentra en casa, ésta estabilidad, la busca fuera. Y si no la encuentra en la sociedad, ésta estabilidad, tenemos un problema.

El asesinato de Ronny puso de nuevo al descubierto la existencia de hogares con carencias en Barcelona y cuestionó a la sociedad catalana en la administración de sus recursos, ya sea para prevenir (detectar estos hogares y proporcionarles la ayuda necesaria) o para ejercer de entorno estable a sus jóvenes.

¿Por qué aparecen las bandas juveniles en una ciudad como Barcelona? El discurso de alarma social frente la inmigración tiñe de miedo la opinión pública. ‘Alud de inmigrantes en Canarias’, ‘Detectados 300 ilegales en un pueblo de Lleida’, ‘Medidas de contención para los menores inmigrantes que rechazan l’acción protectora de la administración‘. Los titulares no son inofensivos. Los jóvenes inmigrantes fácilmente lo viven en forma de sentimiento de rechazo y persecución. (Igual que los jóvenes autóctonos lo viven en forma de peligro de invasión, y si no pregúntenle al ya famoso Sergi Xavier)

No es fácil prevenir la conflictividad social, pero el principal error es pretender pasar directamente a solucionar el problema sin haber analizado antes sus raíces. Hemos llegado a un punto que hay tantos “planes contra la violencia” en los archivos de las administraciones que parece estéril proponer otro. El objetivo final puede resultar un tanto abstracto; la solución final pasaría por combatir la ‘frustración existencial’ de los jóvenes – y no tan jóvenes- de la sociedad.

La institucionalización de las pandillas, ¿la solución?
Es difícil posicionarse a favor o en contra de la institucionalización de las llamadas pandillas porque desconocemos los puntos clave de estos procesos.

El caso es que en Catalunya tanto los Latin King como los Ñeta se legalizaron como asociación cultural. Y todos corrimos a hablar de tal ‘transformación’ como un logro de la sociedad, y luego ya nunca más se habló de ello.

Esta semana, Nelsa Curbelo, veterana activista por los derechos humanos, visitó Barcelona para participar en el I Congreso Internacional sobre Conflictos, Conflictología y Paz. Canal Solidario la entrevistó. Curbelo es la presidenta de una ONG ecuatoriana, Ser Paz, que trabaja con jóvenes pandilleros y, con su experiencia, restó importancia a la institucionalización de estos grupos.

“Pienso que ése es el fruto maduro de un proceso, no debería ser el comienzo de él. Para que se produzca una institucionalización que tenga frutos positivos debe haber también un trabajo claro con los grupos, no creo que la institucionalización por sí misma sea positiva. Por eso nosotros insistimos tanto en el tema de la formación de los muchachos”, dijo.

La sociedad catalana sigue teniendo deberes para hacer.


*Basado en el artículo ‘De l’agresivitat a la violencia, un camí sense retorn’, que publiqué en la revista Illacrua en noviembre del 2003 y en la entrevista a Nelsa Curbelo de Silvia Torralba

Una respuesta to “Cuatro años más tarde”

  1. Arturo Godoy said

    La verdad, tienes toda la razón, y parece ser que ésta dinámica se globaliza más y más. En Guatemala la violencia es más famosa que cualquier otra cosa. La violencia por pandillas, o por el crimen organizado, o bien las pandillas dentro del marco del crimen organizado, sigue creciendo. Y, siguen creciendo las cosas buenas de este país, pero siempre nubladas por la violencia. Es un reto que se tiene que afrontar, porque no vaya a ser que nos lleve y nos consuma. Después de todo, hay que luchar por vivir, y no solo por sobrevivir.

    Me encantó tu artículo, Mis Felicitaciones!!!!!!!

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